En clase Irune nos contó el cuento folclórico, toda clase de pieles, el cual tenemos que adaptar para niños de educación infantil, pero antes hay que realizar un análisis del esqueleto y los motivos del cuento los cuales yo pienso que son los siguientes:
En el viaje iniciático la hija de rey comienza cuando decide huir del castillo (ya que su padre no encontraba alguien más bella que no fuera su hija, decidió casarse con ella), recogiendo sus “tesoros más preciados”, sus tres vestidos y su abrigo de toda clase de pieles (los cuales tanto el abrigo como los vestidos se lo había mandado hacer a su padre para entretenerle y no casarse con él, al ver que su padre lo consiguió decidió huir) por lo que vemos que el principal motivo es la fuga de la princesa que se ve obligada a irse para no casarse con su propio padre.
En el momento que huye decide protegerse con su abrigo de toda clase de pieles para no pasar frio y mancharse la cara con hollín para que no se la reconociese, cuando la princesa está durmiendo y resguardándose del frio de la noche en un hueco de un árbol es cogida por los cazadores de otro reino, este momento también es importante en el viaje iniciático ya que además la llevan al reino y desarrolla actividades domesticas a cambio de comida y un sitio donde alojarse, la llamaran toda clase pieles por su abrigo, que no se quitara para que no se la reconozca.
Pero la historia cambia cuando el príncipe hace una fiesta de duración de tres días para encontrar esposa, ya que como voy a explicar a continuación a parece otro motivo que es el cambio de la princesa en el día y la noche (ya que por el día es una toda clase de pieles y por la noche un bella chica).
la princesa consigue un hueco para poder acudir a la fiesta los tres días seguidos, aquí demuestra su inteligencia, ya que cada noche se quita su abrigo de toda clase de pieles y usa un vestido diferentes de los que le hizo su padre, se quita el hollín de la cara, y se arregla, para poder bailar con el príncipe, pero al cabo de un rato tiene que acudir a la concina quitándose el vestido y volviendo “a ser” toda clase de pieles, además durante esos tres días la princesa metía en el cena del príncipe sus tres tesoros en el primero fue anillo de oro, el segundo el torno de hilar de oro y el tercero la devanadera de oro.
La tercera noche el baile fue más y no se cubrió bien la cara ni las manos de hollín, por lo que cuando el rey la hizo llamar para felicitarla por la cena se dio cuenta y destapó su verdadera identidad y su gran belleza.
La tercera noche el baile fue más y no se cubrió bien la cara ni las manos de hollín, por lo que cuando el rey la hizo llamar para felicitarla por la cena se dio cuenta y destapó su verdadera identidad y su gran belleza.
Y para finalizar el viaje iniciático es cuando el príncipe se quiere casar con toda clase de pieles, y finalmente se celebra la boda y se refleja la madurez de la princesa ya que pasa a tener un segundo núcleo familiar.
Una vez hecho el análisis voy hacer una adaptación para el último curso del segundo ciclo de infantil (5-6 años)
Irune nos contó la historia en clase, pero también e encontrado la misma historia escrita en internet y la he ido cambiando como veía conveniente.
Erase una vez un rey que tenía una esposa con el cabello de oro, y era tan hermosa que no había otra igual en la tierra. Sucedió que ella se puso enferma y, cuando sintió que iba a morir, llamó al rey y le dijo:
—prométeme que nuestra hija se casará con alguien que iguale o supere su belleza que ella.
El rey estuvo inconsolable durante mucho tiempo, y empezó a pensar que príncipe sería el mejor para su hija. Finalmente dijeron los consejeros:
—No hay otra salida. Ya que el rey no había tenido más hijos y no había sustituido a la reina, la futura reina seria su hija, y había que encontrarle un príncipe rápidamente
A continuación se enviaron mensajeros para buscar un novio que pudiera igualar o superar la belleza de la princesa. Pero no se pudo encontrar a nadie ya que la hija de rey era tan hermosa como su madre y tenía sus mismos cabellos de oro. Así que los mensajeros regresaron con las manos vacías sin cumplir el encargo.
El rey al ver que no se encontraba un príncipe mando hacer tres tipos de vestidos uno tan dorado como el sol, otro tan plateado como la luna y el tercero tan brillante como las estrellas y luego un abrigo de toda clase de pieles. Cada animal del reino debe dar un trozo de su piel para confeccionarlo. Si cuando se acabaran los cuatro encargos no se había encontrado príncipe, la princesa tendría que vivir sola sin ningún príncipe
Ella pensó: «Es casi imposible lograr esto, y mientras tanto puedo encontrar otro príncipe que me guste de verdad no solo por su belleza.»
Pero se juntaron a las doncellas más hábiles del reino tejieron los tres vestidos: uno tan dorado como el sol, otro tan plateado como la luna y el tercero tan brillante como las estrellas. Y sus cazadores apresaron a todos los animales del reino y le quitaron a cada uno un trozo de su piel; con ellos se hizo un abrigo de toda clase de pieles.
Finalmente, cuando todo estuvo preparado, el rey anuncio que su hija no se casaría jamás
Cuando la princesa vio que no había esperanza alguna de cambiar los pensamientos de su padre, tomó la decisión de huir en la noche, mientras todos dormían. Se levantó y cogió tres de sus tesoros: un anillo de oro, un collar en forma de corazón de oro y una pulsera de oro; metió los tres vestidos de sol, de luna y de estrellas en una cáscara de nuez, se puso el abrigo hecho con toda clase de pieles y se tiznó la cara y las manos. Luego se encomendó a Dios y partió, andando toda la noche hasta que llegó a un gran bosque. Como estaba muy cansada, se sentó en un árbol hueco y se durmió.
Salió el sol y ella seguía durmiendo; se hizo completamente de día y aún continuaba durmiendo. Entonces sucedió que el rey al que pertenecía el bosque fue a cazar allí. Llegaron sus perros al árbol, lo olfatearon y corrieron a su alrededor ladrando. El rey dijo a los cazadores:
—Mirad a ver qué clase de animal salvaje se ha escondido ahí.
Los cazadores obedecieron el mandato y, cuando regresaron, le dijeron:
—En el árbol hueco hay un animal maravilloso, como no hemos visto otro igual; su pellejo es de toda clase de pieles, está echado y duerme.
—Mirad a ver si podéis cogerlo vivo —dijo el rey—; atadlo luego al carruaje y traedlo con vosotros.
Al apresar los cazadores a la joven, ésta se despertó sobresaltada y les dijo:
—Soy una pobre criatura, abandonada de padre y madre; compadeceos de mí y llevadme con vosotros.
Entonces ellos dijeron.
—«Toda-clase-de-pieles», tú sirves para estar en la cocina; vente y barrerás la ceniza.
Así pues, la sentaron en el carruaje y la llevaron hasta el palacio real. Le asignaron un cuchitril bajo la escalera, donde no entraba la luz, y dijeron:
—Animalillo salvaje, ahí puedes vivir y dormir.
Luego la enviaron a la cocina y ella traía el agua, la leña, atizaba el fuego, desplumaba las aves, limpiaba las verduras, barría la ceniza y hacía todo el trabajo ingrato.
Así vivió «Toda-clase-de-pieles» pobremente durante mucho tiempo. ¡Ay, pobre princesa, qué será de ti!
Pero sucedió que una vez se celebró una fiesta en el palacio, y ella le dijo entonces al cocinero:
—¿Puedo subir y mirar un poco? Me colocaré ante la puerta.
El cocinero dijo:
—Ve, pero en media hora tienes que estar de vuelta y recoger la ceniza.
Ella cogió su lamparita de aceite, fue a su cuchitril, se quitó la piel y se lavó el hollín de la cara y las manos, de manera que su belleza volvió a salir a la luz del día. Luego abrió la nuez y sacó el vestido que brillaba como el sol. Subió a la fiesta y todos le cedían el paso, pues nadie la conocía y pensaban que era una princesa. El rey le salió al paso, le dio la mano y bailó con ella pensando para sí: «Nunca he visto otra mujer más hermosa.»
Terminó el baile, se inclinó y, cuando el rey miró a su alrededor, había desaparecido sin que nadie supiera a dónde había ido. Se llamó a los vigilantes que estaban ante palacio, pero nadie la había visto. Entre tanto, ella fue a su cuchitril, se quitó rápidamente el vestido, se tiznó la cara y las manos, se puso el abrigo de pieles, y otra vez quedó convertida en «Toda-clase-de-pieles». Cuando llegó a la cocina y quiso ponerse a trabajar y barrer la ceniza, dijo el cocinero:
—Déjalo hasta mañana. Hazme la sopa para el rey, pero no dejes que se te caiga ningún pelo; si no, no comerás más pan en el futuro.
El cocinero se fue y la muchacha hizo la sopa para el rey. Le hizo una sopa de pan todo lo mejor que supo y, cuando estuvo terminada, cogió de su cuchitril su anillo dorado y lo puso en la fuente en la que estaba preparada la sopa. Cuando el baile terminó, el rey pidió la sopa y la comió, y le gustó tanto que pensó que nunca había comido otra igual. Al llegar al fondo de la fuente, vio el anillo de oro y no pudo comprender cómo había llegado hasta allí. Entonces ordenó al cocinero que se presentara ante él. El cocinero se asustó cuando oyó la orden y le dijo a «Toda-clase-de-pieles»:
—Seguro que has dejado caer algún pelo en la sopa. Como sea verdad, te quedarás sin pan toda la semana.
Cuando llegó ante el rey, éste le preguntó quién había preparado la sopa. El cocinero respondió:
—¡La he preparado yo!
Pero el rey dijo:
—No es verdad; estaba hecha de otra manera y mejor que otras veces.
El cocinero contestó:
—Tengo que confesar que no la he hecho yo, sino el animalillo salvaje.
Dijo el rey:
—Hazla que suba.
Cuando «Toda-clase-de-pieles» llegó, le preguntó el rey:
—¿Quién eres?
—¡Yo soy una pobre criatura que no tiene padre ni madre!
El siguió preguntando:
—¿Para qué estás en mi palacio?
Ella contestó:
—Para nada bueno, solamente para que me tiren los zapatos a la cabeza.
El siguió preguntando:
—¿De dónde has sacado el anillo que estaba en la sopa?
Ella contestó:
—No sé nada de ese anillo.
Así que el rey no pudo aclarar nada y le dijo que se fuera.
Pasado algún tiempo, se celebró de nuevo una fiesta, y «Toda-clase-de-pieles» le volvió a pedir al cocinero que la dejara mirar como la última vez.
—Sí —contestó él—, pero vuelve dentro de media hora y hazle al rey la sopa de pan que tanto le gusta.
Ella se dirigió entonces a su cuchitril, se lavó velozmente, sacó de la nuez el traje que era tan plateado como la luna, y se lo puso. Subió y parecía una princesa. El rey salió a su encuentro y se alegró de verla de nuevo y, como empezaba en ese momento el baile, bailaron juntos. Pero cuando terminó el baile, desapareció tan rápidamente que el rey no pudo ver a dónde se dirigía.
Ella corrió a su cuchitril y se convirtió de nuevo en animalillo salvaje y fue a la cocina para preparar la sopa de pan. Aprovechando que el cocinero estaba arriba, cogió el collar con forma de corazón de oro y lo metió en la fuente, de tal manera que preparó la sopa por encima del torno. Luego se la llevaron al rey, que la comió y le supo tan rica como la vez pasada, e hizo venir al cocinero, que tuvo que confesar de nuevo que «Toda-clase-de-pieles» había preparado la sopa. «Toda-clase-de-pieles» se presentó de nuevo ante el rey, pero ella contestó que solamente estaba allí para que le tiraran los zapatos a la cabeza y que no sabía nada del collar.
El rey organizó una fiesta por tercera vez, y pasó lo mismo que las veces anteriores. De modo que el cocinero le dijo:
—Tú eres una bruja, animalillo salvaje. Siempre echas algo a la sopa para que esté muy rica y le sepa al rey mejor que la que hago yo.
Pero como se lo pidió tan insistentemente, la dejó ir un rato. Se puso el traje que brillaba como las estrellas y entró con él en la sala. El rey bailó nuevamente con la hermosa princesa y pensaba que nunca había estado tan hermosa. Mientras bailaban, sin que ella se diera cuenta, le puso en el dedo un anillo de oro. Había ordenado que el baile durara mucho tiempo y cuando éste se acabó, quiso retenerla por las manos, pero ella se soltó y se mezcló entre la gente tan rápidamente, que desapareció de su vista. Corrió todo lo que pudo hasta su cuchitril, bajó la escalera, pero como se había entretenido mucho más de media hora, no pudo quitarse el hermoso traje, sino que se echó el abrigo de pieles sobre él, y con la prisa no se tiznó del todo, sino que un dedo se le quedó blanco. «Toda-clase-de-pieles» se dirigió corriendo a la cocina, hizo la sopa de pan para el rey y en un momento en que el cocinero salió, puso dentro la pulsera de oro.
Cuando el rey encontró la pulsera en el fondo, hizo llamar a «Toda-clase-de-pieles»; entonces vio su blanco dedo y el anillo que le había puesto en el baile. La cogió por la mano y la sujetó. Ella quiso soltarse y escapar, pero el abrigo de pieles se le abrió un poco y el rey pudo entrever el brillo del traje de estrellas. El rey tiró del abrigo, descubriendo los cabellos de oro de la princesa, que apareció ante él en todo su esplendor y ya no pudo ocultarse por más tiempo.
Cuando se quitó el hollín y la ceniza de la cara, era lo más hermoso que se había visto nunca en la tierra.
El rey dijo:
—Eres mi querida prometida y no nos separaremos nunca más.
A continuación se celebró la boda y vivieron felices.
Para explicar cómo he hecho mi adaptación lo que he cambiado esta en color rojo.
Los motivos del viaje iniciático siguen siendo los mismo (la huida la princesa y la llegada al nuevo palacio, los bailes, el cambio del día a la noche etc.) lo que he cambiado a sido el por qué de la huida ya que considero que el incesto entre padre e hija no es el tema adecuado para niños de 5-6 años.
También he cambiado palabras como doncella por princesa o rebanadera por collar o torno de hilar por pulsera ya que todavía no se si ese vocabulario lo tienen los niños y he puesto alguno que se que lo van a saber seguro.
También e suprimido expresiones como una que hace el cocinero “si lo has hecho mal te pego una paliza” o omitiendo cosas como “ y fueron felices hasta su muerte” dejando solo y “fueron felices”
Muy bien llevado el tema del incesto pero te ha quedado un poco largo.
ResponderEliminarMuy bien.